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HISTORIA/ HISTORY
Juegos de siempre
 

LOS JUEGOS EN EL PATIO DE RECREO

En épocas anteriores los juegos infantiles en el patio de recreo eran mucho más variados que ahora. Se jugaba mucho más en grupo, no solo en el Colegio, también en el pueblo. La población infantil era mucho más numerosa y además no habían aparecido los juegos informáticos en maquinitas. Después aparecieron los ordenadores con sus infinitas posibilidades de juegos individuales o colectivos y ya para que contar...

Los avances tecnológicos, en suma, han mermado la socialización del juego infantil, así como la cretividad y la espontaneidad.

El rey del juego durante el recreo ha sido siempre el fútbol, especialmente entre los niños aunque en los diez últimos años aproximadamente se han incorporado de forma ya casi generalizada las niñas. Recuerdo el caso significativo de Celia Arconada, una de las primeras niñas del Colegio en incorporarse a los partidos del patio durante el recreo y, sin duda, la primera de todas en superar a la mayoría de los chicos. Hoy Celia es una excelente futbolista y ha formado parte de la Selección de Castilla y León de fútbol femenino en categoría juvenil. Además siempre ha competido, sin desmerecer, incluso destacando, en equipos masculinos. Actualmente juega en el Cristo Olímpico de Palencia.

El encanto del partido de patio de colegio es su casi ausencia de normas: mano, fuera y acaso ninguna más. No existe la figura del árbitro. Todo se consensúa. El niño-a se manifiesta con sus armas naturales. Aquí el brabucón que pelea todos los balones con un ímpetu arrollador, allá el taimado oportunista que espera su ocasión de hacer gol, ahí el defensa expeditivo, por acá deambula el jugador que confía más en su maña que en su fuerza y todos a por el balón para llevarlo a la portería contraria sin tácticas y sin demoras, eso sí, siempre con la ilusión por bandera y dejándose en el partido toda su agresividad natural. Nota de maestro veterano: No he conocido accidente reseñable a consecuencia del fútbol de patio. Solamente balonazos... a los maestros y maestras cuidadores del recreo. Una muy querida compañera ya fallecida, Judit Herrero, sabía algo de ésto.

El juego de la peonza (peúca o piúca también se dice en la comarca), llegaba cada curso por lo general al acabar el invierno. Bailar la peonza requiere de una técnica perfectamente definida. En primer lugar debe hacerse un buen atado. Para ello las primeras vueltas de cordel en torno al rejo, deben ser apretadas aunque no excesivamente. Las demás se dan ya dejándose llevar. A continuación ha de dominarse el correcto desenrosque al arrojar la peonza al suelo, lo cual conlleva un buen acabado del cordel para que ajuste bien al espacio interdáctil entre el corazón y el anular. Algunos niños solucionaban el problema con la incorporación de una goma de gaseosa que ya venía taladrada por su centro, otros utilizaban una chapa de refresco invertida que ellos mismos agujereaban y había a quien le valía con un simple nudo que remataba el extremo del cordel. Se solían organizar "cruentos" torneos de rejonazo y tente tieso sobre otras peonzas que yacían indefensas en el suelo, dentro de un círculo marcado a tiza. El niño en turno arrojaba la peonza con todas sus fuerzas intentando impactar sobre alguna de las del suelo. Debía intentar sacar las más que pudiera del círculo, bien del primer golpe o bien, recogida la peonza del suelo, la bailaba sobre la palma de la mano y empujaba a las demás fuera del círculo hasta que dejara de bailar.

De estos torneos sobrevivían las peonzas de mejor madera y más poderoso rejo, pero al final todas lucían las huellas de mil batallas, apenas disimuladas por una capa de pintura oscura. Pecado mortal: Una peonza jamás tendrá coronilla. Lo primero que ha de hacerse al adquirir una peonza es mutilarla. La ley no tiene vuelta de hoja: "Peonza con coronilla, al tejado".

Las canicas es el juego de niños más ancestral. Aún se sigue jugando con el mismo entusiasmo de siempre y, aunque en los patios asfaltados de los colegios actuales, ya no se puede jugar como en suelo de tierra, se las arreglan para habilitar los "guas" u hoyos en cualquier descalabro o desconchón del pavimento. Para el juego en sí suelen utilizar canicas "de piedra" de tamaño moderado pero como moneda de cambio y de pago adoptan canicas de cristal de vistosos colores (antiguamente canicones de barro). Una modalidad de este juego que se adapta mejor a patios bien asfaltados es el que consiste en tirar la canica hasta una raya indicada para determinar el orden de actuación. El que más cerca haya caído debe volver a tirar para intentar sacar de un triángulo marcado en el suelo las canicas de sus competidores. Si toca alguna debe continuar y gana las sacadas fuera. Cuando no logre tocar ninguna canica, pasa el turno al siguiente jugador. Esta modalidad suele jugarse con pesados canicones de acero pero las ganadas o perdidas son de cristal, más pequeñas.

Otro de los juegos clásicos es el que se realiza con chapas de refrescos. Una de sus variantes más emocionantes es la carrera de chapas a lo largo de un circuito marcado a tiza en el pavimento. El circuito se compone de un carril de longitud indeterminada con vueltas y revueltas, del que la chapa no debe salirse, impulsada siempre a golpe de dedo por cada jugador. En el circuito existen trampas, baches, pasos a nivel y elementos permanentes como la poza, la calavera, la flecha, el río o los números. No puedes "caer" en ninguno de estos accidentes porque pagarás un precio establecido en tiradas de castigo, incluso no podrás participar temporalmente hasta que otro competidor caiga en la misma trampa. Si te sales del carril tienes que volver atrás en el punto establecido más próximo. Gana el primero en llegar a la meta tras haber superado con tacto y habilidad todos los obstáculos. Consejo de experto: En este juego las prisas  no son nada buenas.

Otra modalidad con chapas es el partido de fútbol sobre un terreno de juego de reducidas dimensiones. Cada chapa es un futbolista dispuesto a intervenir en cualquier momento, normalmente en función de su proximidad al balón. Éste suele ser una bolita de corcho, plástico o simplemente un garbanzo. Los niños practicantes de esta modalidad recortan de los cromos de futbolistas la imagen de sus ídolos y los pegan en la parte interior de la chapa. Así completan su propio equipo que no siempre coincide con uno real, puesto que pueden hacer su propia selección. El juego consiste en introducir la bolita en la portería contraria a impulso de dedo. No existe más norma que la prohibición de tocar con una chapa propia otra del contrario antes que a la bola.

El juego de saltar a la comba aún se practica a la antigua usanza que es pasar por turno sin pisar la cuerda o sin que te golpee, de tal forma que interrumpas el ritmo de los-as que "dan". Últimamente he visto practicar la comba con dos cuerdas, con lo que los participantes deben extremar su habilidad y destreza.

Hace ya bastante tiempo que no veo jugar a la goma. Este juego era practicado sobre todo por niñas, que lo ejecutaban con rara habilidad, ritmo frenético y gracia innata. Consistía en realizar distintos "pasos" sobre la goma o bien pisando ésta. La goma era larga y cerrada. La sujetaban dos niñas, situadas frente a frente, con la parte posterior de las piernas. Así formaban con la goma dos líneas paralelas sobre las que otra niña realizaba los ejercicios. La dificultad del juego iba creciendo a medida que aumentaba la altura de la goma sobre la que realizaban los distintos pasos propuestos. Una equivocación de la actuante equivalía a ceder el puesto a una de las niñas que sujetaban la goma, pasando aquella a ocupar su lugar, mas descansado evidentemente.

El juego del rescate era frecuente en los niños y niñas mas mayores. Normalmente se jugaba de pared a pared del patio. Se formaban equipos mixtos que tenían su casa cada uno en una pared. Los componentes de cada equipo debían capturar a los del otro mediante acciones individuales o con técnicas de grupo. Los prisioneros quedaban de pie, inmóviles y agarraditos de la mano en la pared del equipo contrario, pero podían ser rescatados por algún compañero de su equipo que burlara la vigilancia de sus captores y tocara a cualquiera de ellos. Había prisioneros-as que no deseaban ese momento: Se estaba bien en ese contacto físico ingenuo y emocionante. 

Desgraciadamente, excepto el fútbol, ya casi no se juega a los juegos descritos y han pasado definitivamente al olvido otros como las tabas, los palos de polo o los titos. En cambio se están recuperando algunos como el balón-tiro, también llamado balón muerto.

 

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